No elegimos donde nacemos, no elegimos la familia, no elegimos el país, ni la región, ni el momento en el que nacemos. Nacemos en medio de situaciones y conflictos predeterminados, en medio de familias que tiene ideologías y creencias preconcebidas. Toda esta mezcla nos determina a nosotros, a nuestras ideas, sentimientos y metas.
Puede llegar a ser difícil de entender, y más cuando nadie se ha esforzado en explicar ni comprender, que exista un lugar en el que las personas sientan la necesidad de hacer las cosas de una forma diferente a la que les es impuesta, que no se identifiquen con los colores que les abanderan históricamente y que tengan el anhelo de ser capaces de elegir quién quieren ser, cómo se quieren llamar y cómo quieren hacer las cosas. Ante estos anhelos lo único que reciben estas personas de quien los gobierna es represión y manipulación; política y mediática, que educa al resto de personas en el desconocimiento de las razones y objetivos de este pueblo, creando un clima de negación a una identidad tan legítima como cualquier otra.
Cuando te acorralan y no te quieres rendir quizás sólo veas un camino y algunas personas escojan ese camino, hasta sus últimas consecuencias. Nada de esto justifica la muerte como arma de lucha, se trata de una reflexión sobre una situación que se repite a lo largo de la historia, como cualquier otra rebelión, en el que el oprimido usa las armas de las que dispone para luchar.
Y lo más fácil es cerrarse en banda, y emplear todos los esfuerzos en atacar al contrario, exponiendo los trofeos de la batalla como victorias políticas y convirtiendo a los caídos en mártires, y esto ha sido así en cualquiera de los dos bandos.
Ahora mismo el camino elegido para luchar desde los años 50 puede estar a punto de abandonarse, y no es algo casual, ni creo que se trate de una rendición a la que se llega por agotamiento o falta de medios. Creo que se trata de que estas personas que eligieron este camino, y las que no lo hicieron pero anhelan su independencia, tienen ahora la oportunidad de luchar de otra manera, creo que por primera vez en su historia. Y espero que llegue el momento en el que se pierda el miedo y se tenga la suficiente madurez política y sobre todo democrática para preguntar a estas personas ¿tú quién quieres ser?
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